Leer
es un beneficioso ejercicio mental. Al igual que nos cuidamos y vamos cada vez
más al gimnasio, deberíamos dedicar media hora diaria a la lectura. Leer favorece la concentración y la
empatía, alimenta la imaginación, modifica (para bien) el cerebro, nos hace
progresar y nos prepara para el éxito: ¡larga vida a los libros!
La lectura es el único
instrumento que tiene el cerebro para progresar, nos da el alimento que hace
vivir al cerebro. Ejercitar la mente mediante la lectura favorece la concentración.
A pesar de que, tras su aprendizaje, la lectura parece un proceso que ocurre de
forma innata en nuestra mente, leer es una actividad antinatural. El humano
lector surgió de su constante lucha contra la distracción, porque el estado
natural del cerebro tiende a despistarse ante cualquier nuevo estímulo. No
estar alerta, según la psicología evolutiva, podía costar la vida de nuestros
ancestros: si un cazador no atendía a los estímulos que lo rodeaban era
devorado o moría de hambre por no saber localizar las fuentes de alimentos. Por
ello, permanecer inmóvil concentrado en un proceso como la lectura es
antinatural. Y aunque antes de la lectura cazadores y artesanos habían
cultivado su capacidad de atención, lo cierto es que sólo la actividad lectora
exige la concentración profunda al combinar el desciframiento del texto y la
interpretación de su significado. Aunque la lectura sea un proceso forzado, la
mente recrea cada palabra activando numerosas vibraciones intelectuales.