jueves, 10 de enero de 2013

Los tacones nos encantan pero... ¿y nuestra espalda, qué?


El pie distribuye las cargas del peso corporal entre las cabezas de los metatarsos y el calcáneo (hueso del talón).

En estático: 43% en metatarsos y 57% en calcáneo

Cuando llevamos tacones altos, estamos sobrecargando las cabezas metatarsales, esto provoca dolor en esta zona y si los usamos a menudo puede provocar durezas y callos.
Con tacones de 2 cm: 50%-50%.
Con tacones de más de 4 cm: 57% en metatarsos y 43 en calcáneo
Con tacones de más de 6 cm: 75% en metatarsos y 25% en calcáneo.
Es conveniente no usar tacones de más de 2,5 cm a menudo y si hay que llevarlos en alguna ocasión, proteger la zona de las cabezas metatarsales con un apósito, con una lamina adhesiva, un protector plantar, o con una almohadilla para el zapato.

Si ya tenemos las durezas o callos, por utilización de tacones o por un apoyo inadecuado del pié, podemos utilizar una crema con urea y unas plantillas que nos descarguen la zona.

Llevar tacones altos también puede afectarnos a la espalda ya que modificamos sus curvaturas naturales para mantener el equilibrio provocando sobrecargas lumbares y cervicales que producen dolor.

Queda muy bien reflejado en esta imagen (obtenida de Vitonica) donde claramente se ve en rojo la presión que se ejerce en los metatarsos cuando uno lleva tacones:




También puede provocar un acortamiento de la musculatura posterior de la pierna. Si teniendo esta musculatura acortada nos ponemos zapatos planos durante un tiempo (por ejemplo en verano las chancletas) esta, tira de la musculatura plantar y provocamos una fascitis plantar (dolor en la planta del pié) o problemas en el tendón de aquiles. Es bueno hacer estiramientos de esta musculatura diariamente para evitar su acortamiento.