martes, 23 de junio de 2015

Ardor de estómago: ¿Cómo actuar frente a él?

El paciente define la dispepsia o ardor de estómago como “una sensación de dolor o de disconfort” que se presenta de manera continua o intermitente y que asocia —en la mayoría de los casos— a la ingesta de alimentos.

Dispepsia

La dispepsia se clasifica en tres tipos, dependiendo de si se ha estudiado o no esta patología y del resultado de este estudio:
  • Dispepsia no investigada: de aparición reciente y que, por tanto, no ha sido estudiada en el momento actual.
  • Dispepsia orgánica: que ha sido estudiada e identificada la causa orgánica que da origen a los síntomas (úlcera, ERGE, cáncer gástrico, enfermedades crónicas, consumo de determinados fármacos...)
La pirosis y la regurgitación no son parte de la dispepsia, sino de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
  • Dispepsia funcional: es la más frecuente de todas (60%). Aquella en la que, una vez realizadas todas las pruebas diagnósticas (incluida una endoscopia), no se llega a encontrar una causa orgánica que justifique los síntomas del paciente.
La etiología de la dispepsia es muy variada aunque la dispepsia del tipo funcional corresponde a un 60% aproximadamente del total de los casos. El otro 40% restante de las dispepsias responde a una causa orgánica, siendo las más frecuentes la esofagitis por reflujo (13%) y la úlcera péptica (8%), con mucha diferencia, afortunadamente, sobre patologías malignas como el cáncer esofágico o el cáncer gástrico (2%).
Las causas que provocan la dispepsia funcional, cualesquiera que sean sus manifestaciones clínicas, tienen su origen en una serie de alteraciones que están presentes en todos los pacientes con trastornos funcionales digestivos (TFD) en mayor o menor medida, y que se corresponden con una anomalía de la actividad motora intestinal, de la sensibilidad visceral, alteraciones microinflamatorias de la mucosa intestinal y otras alteraciones psicopatológicas. Referente a estas últimas, en muchas ocasiones la comorbilidad psicopatológica de los pacientes tiene un gran peso en los síntomas y en la intensidad clínica de los mismos en los TFD.

Síntomas, signos y diagnóstico

Dada la variabilidad sintomática de la dispepsia, se ha denominado como “complejo sintomático de la dispepsia” y, dentro de ella, se distinguen dos subtipos de síndromes dependiendo de la clínica que presenten estos pacientes: síndrome de distrés postprandial y síndrome de dolor epigástrico.

Criterios diagnósticos del síndrome del distrés postprandrial

Deben estar presentes uno o más de los siguientes síntomas:
  • Plenitud postprandial que produce molestia, ocurre después de una comida de cantidad normal, y sucede varias veces por semana.
  • Saciedad precoz que impide terminar una comida de cantidad normal y ocurre varias veces por semana. Los criterios deben cumplirse durante los últimos 3 meses y los síntomas haber comenzado un mínimo de 6 meses antes del diagnóstico.
  • También pueden estar presentes hinchazón abdominal en la pared superior del abdomen, náuseas postprandiales o eructos excesivos.
  • Puede coexistir el síndrome del dolor epigástrico.

Criterios diagnósticos del síndrome de dolor epigástrico

Deben estar presentes todos los síntomas:
  • Dolor o ardor localizado en el epigastrio de intensidad al menos media o grave y un mínimo de una vez por semana.
  • Dolor es intermitente.
  • No se generaliza ni se localiza en otras regiones del abdomen o el tórax.
  • No mejora con la defecación ni el ventoseo.
  • No cumple criterios diagnósticos para los trastornos funcionales de la vesícula biliar o del esfínter de Oddi.
Deben haberse sufrido durante los últimos 3 meses y haber empezado, como mínimo, 6 meses antes del diagnóstico:
  • El dolor puede ser de características quemantes (ardor), pero sin ser retroesternal.
  • Frecuentemente el dolor se induce o mejora con la ingesta, pero puede ocurrir en ayunas.
  • Puede coexistir el síndrome del distrés postprandial.

Desde la Farmacia

En el diagnóstico de la dispepsia siempre se debe tener en cuenta algunos “síntomas de alarma” por los que no se nos debe olvidar preguntar nunca, para descartar una patología que pueda ser la causa.
Las preguntas que deberemos hacer a los pacientes que soliciten un antiácido o cualquier otro fármaco para sus problemas gastrointestinales son, fundamentalmente, las siguientes:
  • ¿Qué le ocurre?
  • ¿Desde cuándo le ocurren estas molestias?
  • ¿Ha tomado ya algo (de forma ocasional o continua) algo para intentar aliviar los síntomas?
  • Preguntar por síntomas y/o signos de alarma.
Son señales de alarma:
  • Disfagia.
  • Odinofagia.
  • Vómito persistente.
  • Signos de hemorragia (hematemesis, melena, ferropenia, sangre oculta en heces).
  • Pérdida de peso y apetito sin causa aparente, anorexia.
  • Disfonía matutina (ronquera), tos (preferentemente nocturna), episodios de disnea nocturna brusca, sibilancias nocturnas. Laringitis y asma por reflujo como manifestaciones extraesofágicas asociadas a la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
  • Dolor epigástrico o abdominal que despierta por la noche.
  • Ictericia.
  • Ascitis.
  • Palpación de una masa abdominal (por el paciente por ejemplo y que lo cuente en la farmacia o que se le pregunte al paciente si se ha notado algo).
  • Antecedentes familiares de cáncer (sobre todo digestivos).
  • Inicio de los síntomas por encima de los 55 años.
  • Toma de fármacos ulcerogénicos:
    • AINE: por inhibición del enzima ciclo-oxigenasa. Habría que tener en cuenta que la toma de estos fármacos, independientemente de la vía de administración, puede producir lesiones en todo el trayecto gastrointestinal.
    • Anticonceptivos orales que contengan progestágenos, diazepam, alprazolam y alendronato por producir la relajación del esfínter esofágico inferior.
    • Por su toxicidad gástrica: corticoides, antagonistas del calcio, inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, clopidogrel, suplementos del hierro, agonistas beta-adrenérgicos, teofilina, nitratos, digoxina, eritromicina, tetraciclinas, anticolinérgicos, potasio, derivados opiáceos.
Ya sabéis, en caso de duda, consultad con vuestro médico o farmacéutico, que sabrá aconsejar sobre los productos más adecuados y si existen o no interacción con otros medicamentos que toméis. 

¡FELIZ SANT JOAN A TODOS! Y cuidado con las comidas y cenas copiosas ;) 

1 comentario:

  1. Es muy interesante que la ulcera péptica, lleve un 8% de probabilidades, excelente informacion.

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